Estaba profundamente triste por la muerte de mi tío, o mejor dicho, de mi tío abuelo. Él era el hermano de la mamá de mi mamá, y aunque en muchos aspectos era una figura autoritaria, su presencia siempre fue importante para mí. Era una persona extraña, muy callada, pero a la vez fascinante. Hablar con él era una experiencia única, ya que, aunque no fuera de muchas palabras, siempre tenía algo interesante que decir. Era un genio, realmente. Sabía muchísimo sobre historia, física, matemáticas y, especialmente, computación. Para alguien de casi 90 años, su conocimiento sobre tecnología era impresionante. Había vivido todo el proceso, desde los primeros días de las computadoras hasta las súper computadoras de última generación.
Lo extraño de todo esto es que, hace unos 6 meses mi tío de repente perdió la capacidad de hablar sin razón aparente. Mi familia pronto se dio cuenta de lo mucho que me afectaba no poder conversar con él, de lo difícil que era para mí estar cerca de alguien con quien ya no podía compartir lo que más me apasionaba. Así que, de alguna manera, todos empezaron a involucrarse más en los temas que solía discutir con él: computadoras, videojuegos, tecnología. Mi mamá, que en realidad no sabía nada de esos temas, comenzó a hablar conmigo sobre ellos solo para hacerme sentir acompañado. Me parecía hasta gracioso verla intentar discutir sobre algo que no comprendía, pero al mismo tiempo, me hacía sentir que, de alguna manera, estaba conectando con él de nuevo.
Estábamos sentados en la oficina del abogado, esperando la lectura del testamento de mi tío. Él no se había casado, ni había tenido hijos, y aunque siempre supe las razones de eso, hoy todo parecía aún más real. Mi tío siempre fue una persona reservada, distante, y aunque podría haber tenido alguna novia en su juventud, nunca supo cómo relacionarse con las mujeres. No es que no le gustaran, simplemente le aterraba hablar con ellas y esto siempre me lo decía, en ese aspecto sentía que ramo iguales ademas me podía desenvolver con el y hablar de chicas sin que me juzgara, podía contarle todo, absolutamente todo.
Nunca imaginé que su herencia sería tan extensa. Durante años, mi tío había ahorrado, sin gastar en nada que no fuera estrictamente necesario, y al parecer había logrado acumular una fortuna considerable. Tenía varias propiedades: una casa en la playa, otra en una zona de clase media en la ciudad, y una lujosa en la zona rica, a la que siempre íbamos a verlo. En ese momento, mientras el abogado leía el testamento, me preguntaba qué sería lo que nos dejaría.
Cuando mencionó las propiedades, las cosas tomaron un giro inesperado. La casa lujosa y el dinero serían para mi mamá que en es día al parecer había decidido usar ropa inapropiada como en los últimos 6 meses era casi como un uniforme pantalón pegado con tacones de aguja y una camisa de escote me sentía muy mal por observar tanto a mi madre incluso una vez me cachó viéndola y no sé si se hizo tonta a propósito para no volverlo incomodo o si realmente no me vio, la casa en la zona de clase media iría para mi hermana mayor, y la casa en la playa sería para mi hermana pequeña. Mi mamá, que siempre fue tan recatada, esbozó una pequeña sonrisa al escuchar esto. Al principio, me sentí algo sorprendido, como si, al ser su sobrino, debería haber recibido algo más. No es que tuviera un interés particular en obtener algo, pero mi tío siempre había sido alguien importante para mí. Aún así, sentí una punzada de tristeza al ver cómo la herencia se distribuía entre ellos.
Lo más extraño fue cuando el abogado comenzó a leer la parte que me mencionaba a mí. “A mi sobrino Samuel, mi más grande amigo, le dejo lo más preciado para mí: mi computadora personal. Úsala con responsabilidad. Yo me divertí mucho con ella, espero que tú también. Tu madre te enseñará a usarla.” En ese momento, algo dentro de mí se encogió. Estaba feliz, claro, porque él me había dejado algo muy especial, algo que siempre asocié con él, con su mundo. Pero también me invadió una sensación extraña. ¿Mi mamá me enseñaría a usarla? Ella no sabía nada de computadoras, era casi un misterio para ella. Me sentí un poco desconcertado, pero al mismo tiempo agradecido por el gesto, porque sabía que, de alguna manera, esa computadora representaba una parte importante de mi tío, su vida, su pasión por la tecnología.
el abogado sacó una caja de madera lo que supuse que dentro estaba la computadora, era un caja pequeña así que se me hizo raro. El camino fue algo largo, mi familia estaba hablando de banalidades, no puse atención, hablaron de mudarse en unos meses a la vieja pero Lujosa casa de mi tío. Mi hermana habló sobre mudarse con su novio, algo que mis padres ya no parecían cuestionar, cuando hace unos meses ni siquiera lo querían cerca. No lo entendía, pero no presté mucha atención. Mi cabeza seguía dando vueltas, intrigado por lo que el abogado me había dicho: que me enseñaría a usar la computadora de mi tío.
"¿Cómo que enseñarme? Si yo sé usar una computadora, ademas mi madre no tiene la mas mínima idea de como usar una computadora actual, menos esta antigüedad”, pensé, mientras sentía el peso de la “computadora”. Era moderna, o de lo que moderno significa en los años 90, era completamente de metal, la curiosidad por la computadora crecía.
Después de la lectura del testamento, sentí una extraña liberación. Había sido una semana de doloroso desgaste, entre el velorio, las ceremonias y todas las cuestiones legales. El dolor por la muerte de mi tío aún me atravesaba, pero al mismo tiempo, había algo de paz en su partida. No era que no lo quisiera, sino que el sufrimiento en sus últimos años me había hecho cuestionar si aún quedaba algo por salvar entre nosotros. Me sentía como si todo eso hubiera sido una larga espera para este momento. Finalmente, ya estaba todo terminado.
Bajé del auto y me dirigí a mi habitación, dejé la computadora en el escritorio y me senté frente a la computadora. Mi mirada se perdió por la ventana. Allí estaba ella, Minerva, como siempre, en su jardín. Esa mujer tenía algo que me atraía y aterraba al mismo tiempo. Pelirroja, de unos treinta y tantos, con una presencia casi imposible de ignorar aunque traté de concentrarme, algo en mí se encendió. Sin quererlo, mi mente comenzó a divagar, como tantas veces antes mi entre perinatales se puso dura, . De pronto, un golpe seco en la puerta me sacó de mis pensamientos.
—Samuel, ¿puedo hablar contigo un momento?, espero no estes haciendo cosas de adolescentes.
Era mi madre. No pude evitar sentir un ligero desdén. Había algo en ella que me incomodaba últimamente.
Ella pasó, se sentó en la cama y me miró con curiosidad.
—¿Todo bien, amigo? —preguntó con suavidad.
—Sí… —respondí, aunque la tristeza en mi voz me delataba.
Mi madre me observó detenidamente antes de dirigir su mirada a la computadora que había pertenecido a mi tío, ahora en mi escritorio.
—¿Triste porque tu tío solo te dejó esa vieja chatarra? —comentó, con un tono que buscaba una respuesta, pero también con cierto escepticismo.
Negué con la cabeza y le respondí con sinceridad:
—En realidad, esa computadora es lo único que me hace feliz ahora.
Ella levantó una ceja, intrigada, mientras yo continuaba.
—No me importa el dinero, eso siempre fue más importante para ti y para mis hermanas. Pero para mí… —hice una pausa, eligiendo mis palabras con cuidado—. Fue algo especial para mi tío, y que me lo haya dejado significa mucho. Estoy triste porque ya no está con nosotros, pero tranquilo porque sé que ya no sufre más.
Al decir esto, me senté junto a mi madre y la abracé con fuerza, dejando que compartiéramos ese momento de melancolía y consuelo.
Aun durante el abrazo podría sentir las tetas de mi madre en mi cara, no me molesto deje que continuara.
Mi madre empezó a reírse de una manera extraña, mientras aplaudía lentamente. Nos separamos, y yo me quedé mirándola, confundido. ¿Por qué mi tristeza le causaba tanta gracia?
—Bien, bien, Samu... —dijo entre risas—. No puedo aguantar más. Debo admitir que no puedo seguir con esto. Pero antes de continuar, déjame decirte que... pasaste.
La miré desconcertado.
—¿¿¿¿¿Pasé??? —repetí, casi incrédulo. Su tono me hacía pensar que se trataba de alguna especie de prueba absurda.
Ella sonrió aún más.
—Sí, Samu, pasaste.
Mi corazón se detuvo un instante al escuchar eso. Fruncí el ceño, sintiendo una mezcla de molestia y confusión.
—¿Samu? —dije en un tono firme—. Solo mi tío me llamaba así.
Su rostro cambió, y una sonrisa perversa apareció.
—Medio año... —dijo mi madre, o al menos la persona que creía que era mi madre—. Medio año llevo con esta farsa, y no puedo creer que ni siquiera te diste cuenta. ¿Sabes, Samu? Llegué a dudar de tu inteligencia.
Su tono era extraño, casi burlón, y su forma de actuar me resultaba completamente fuera de lugar. Mi mente daba vueltas, tratando de encontrar sentido a lo que decía.
—¿Qué? —fue lo único que logré balbucear. Estaba en shock, incapaz de entender lo que me estaba diciendo.
—Ma... —empecé, sintiendo cómo la confusión se transformaba en frustración—. Estoy muy agotado y confundido. ¡Por favor, explícame qué está pasando! —le pedí, elevando la voz.
Ella —o quien fuera— dejó escapar una carcajada, y con un gesto dramático, dijo:
—Desde ahí estamos mal, Samu. No soy tu mamá.
El silencio en la habitación se volvió insoportable.
—¿Qué? —murmuré nuevamente, sin poder creer lo que estaba escuchando.
—Soy yo, el genial tío Lucas —anunció con una sonrisa, como si acabara de revelar el truco final en un espectáculo de magia.
La miré fijamente, con una mezcla de incredulidad y desconcierto. Aunque admito que esa manera de hablar era muy propia de mi tío Lucas, la situación no dejaba de resultarme profundamente perturbadora.
—¿Qué? —dije al fin, casi en un susurro—. Por favor, mamá, no hagas esto. Es de muy mal gusto.
Ella, o quien decía ser mi tío Lucas, suspiró con una expresión exasperada.
—Puff, sabía que serías escéptico. Eso me agrada de ti, Samu, siempre has sido un pensador crítico. Pero créeme, no estoy dentro del cuerpo de tu madre por elección. Fue un accidente.
Señaló con un gesto dramático la vieja computadora que había heredado de él. Mis ojos siguieron su mano, recorriendo el aparato con un renovado interés, mezclado con desconfianza.
—¿Una computadora que hace cambiar de cuerpo? —pregunté, incapaz de contener el sarcasmo en mi voz.
Ella negó con la cabeza con una sonrisa torcida.
—No, no cambié de cuerpo con tu madre. Lo que ocurrió es que... accidentalmente cloné mi mente en su cuerpo.
El aire se volvió pesado, y mi cerebro luchaba por asimilar lo que acababa de escuchar. Me llevé una mano a la cabeza, tratando de encontrar algo lógico en sus palabras.
—¿Clonaste tu mente...? —repetí, como si hacerlo en voz alta pudiera darme alguna claridad—. Eso es imposible.
Ella se encogió de hombros, con esa misma actitud despreocupada que siempre había tenido mi tío Lucas cuando explicaba algo que sabía que nadie más entendería.
—Bueno, no para mí, Samu. ¿Recuerdas lo que te decía siempre? “Todo es posible con suficiente creatividad... y un poco de caos”.
La frase me golpeó como un ladrillo. Era algo que mi tío Lucas decía todo el tiempo. Y por primera vez, empecé a preguntarme si lo que estaba diciendo podría, de alguna manera inexplicable, ser cierto.
La miré fijamente, tratando de procesar lo que acababa de decir. Esa frase, "El tío Lucas nunca compartía ese tipo de frases con nadie, solo conmigo", resonaba en mi mente, como un eco de mi infancia.
—El tío Lucas nunca decía esas cosas con nadie más, solo conmigo... —murmuré, cada vez más incrédulo.
Ella, o quien fuera, sonrió con ese aire despreocupado que parecía tan propio de él.
—Lo sé, Samu, porque soy yo. Y ahora déjame explicarte cómo terminé en esta situación tan ridícula.
Cruzó los brazos y señaló de nuevo la computadora, como si fuera el corazón de toda esta locura.
—Todo empezó hace unos meses. Encontré esa vieja computadora en un bazar. Desde el principio supe que no era una computadora cualquiera. Tenía un diseño extraño, experimental, como si hubiera salido de algún laboratorio secreto de una empresa o incluso del gobierno. No tengo idea de quién la construyó realmente, pero alguien había estado trabajando en ella. Las modificaciones eran evidentes, aunque estaba en un estado deplorable.
»Un poco de limpieza, soldé algunos transistores viejos, y... voilà, ¡prendió! Era hermosa, Samu.
La escuché en silencio, tratando de mantener la calma. Pero su explicación no ayudaba.
—Supongamos que por un momento te creo —dije finalmente, cruzándome de brazos—. Eso no explica cómo terminaste en el cuerpo de mi madre.
Ella sonrió como si estuviera a punto de contarme un secreto emocionante.
—Ah, espera, esto se pone mejor. ¿Recuerdas ese fin de semana en el que te fuiste al campamento de programación que te regalé?
Asentí, dudoso.
—Bueno, mientras estabas fuera, tu madre vino a mi casa por unas cosas que había olvidado. Yo estaba jugando con la computadora. En ese momento no sabía lo que era realmente, solo estaba experimentando, probando botones y configuraciones sin mucho sentido.
Su expresión cambió a una mezcla de frustración y humor negro.
—Y entonces... un botón, uno maldito botón, me llevó directo al cuerpo de tu madre.
La revelación fue como una bofetada. Abrí la boca para decir algo, pero las palabras no salían. Mi mente estaba completamente abrumada
El ambiente en la habitación se volvió insoportablemente tenso. Mis manos temblaban mientras escuchaba, y la náusea subía por mi garganta con cada palabra que pronunciaba. El tono despreocupado con el que describía su "ambición" y sus "errores" me revolvía el estómago.
—¿Te "divertiste un poco" con el cuerpo de mi madre? —repetí, con el rostro endurecido por la incredulidad y el asco—. ¿Cómo puedes decir eso tan casualmente? ¡Es mi mamá, Lucas!
El cuerpo de mi madre —o más bien, mi tío Lucas dentro de él— dejó escapar un suspiro, como si estuviera tratando de justificar lo injustificable.
—Lo sé, Samu, lo sé. Mira, nunca fue mi intención que las cosas llegaran a este punto. Pero tienes que entender... cuando recobré la conciencia en su cuerpo, fue extraño, confuso... y un poco emocionante, el peso de mis senos bato para encender algo dentro de mi.
—¡Detente! —le grité, incapaz de soportarlo más—. ¿Te das cuenta de lo retorcido que suena todo esto?
Lucas levantó las manos como si intentara calmarme.
—Escúchame, Samu. Esto no fue fácil para mí tampoco. Después de ese primer accidente, no sabía cómo salir. Tu padre empezó a llamar y sospechaba que algo estaba pasando, y no podíamos simplemente decirle lo que había pasado. Así que fingí ser tu madre, temporalmente, hasta que pudiera encontrar una solución.
Apreté los puños, tratando de contener la mezcla de ira y desesperación que sentía.
—¿Y por qué sigues siendo ella? ¿Por qué no conseguiste otro cuerpo, algo más... adecuado? —dije, haciendo un esfuerzo por mantener la compostura.
Lucas bajó la mirada, como si finalmente se sintiera un poco avergonzado.
—Porque no pude, Samu. Después de cientos de pruebas, logré salir de tu madre. Su cuerpo volvió a ser como antes, pero ella no recordaba nada de lo que había pasado. Pero por mi ambición seguí con las pruebas.. pero cometí un error fatal.
Mi corazón latía con fuerza mientras esperaba que continuara.
—Un mal registro en la máquina. —Su voz temblaba ligeramente—. Borró su conciencia, Samu. Tu madre quedó como un cascarón vacío. Intenté de todo para revertirlo, pero no pude traerla de vuelta.
La habitación se quedó en un silencio mortal mientras procesaba lo que acababa de decir.
—¿Y tu solución fue simplemente... ocupar su lugar? —pregunté en un susurro, apenas capaz de contener mi indignación.
—No podía dejarla así, Samu. Era la única forma de mantener a la familia unida. No soy un monstruo... —dijo, aunque la culpa era evidente en su rostro.
Lo miré con los ojos llenos de lágrimas.
—Eres un monstruo, Lucas. Hiciste todo esto por tu ambición, por jugar a ser Dios.
No respondió. Solo me miró en silencio, como si aceptara el peso de mis palabras.
Samu estaba inmóvil, su mente aún luchando por comprender la magnitud de lo que le estaba diciendo. La idea de que su madre no estaba realmente presente en su cuerpo, sino que su tío Lucas había ocupado su lugar, lo dejaba destrozado. No sabía si sentir ira, tristeza o compasión. Todo se había vuelto tan confuso.
Lucas, dentro del cuerpo de su madre, parecía aguardar su reacción, como si de alguna forma esperara que Samu pudiera entender lo que estaba pasando. Después de unos segundos de silencio, Lucas dio un paso hacia él y habló con tono más suave.
—Samu… sé que esto no tiene sentido. Yo tampoco sé cómo llegamos hasta aquí. Nadie se prepara para esto. Pero estoy aquí, tratando de arreglar las cosas, aunque de una forma extraña, lo sé.
Samu lo miró, y por un momento no dijo nada. No podía, no quería. Estaba tan cansado de todo esto, de las mentiras, del dolor y del caos. Pero las palabras salieron, como si ya no pudiera detenerlas.
—Entonces… ¿qué se supone que haga? ¿Aceptar que mi madre está muerta y que ahora tienes el control de su vida? ¿Aceptar que eres el que cuida de mí, el que me aconseja, el que vive con nosotros?
Lucas tragó saliva, claramente sintiendo el peso de las palabras de Samu. Sabía que no era fácil. Había traicionado más que solo un cuerpo; había alterado la identidad de la familia, y ahora enfrentaba las consecuencias.
—No quiero que lo aceptes por obligación. No quiero que vivas con esto como si fuera normal. Yo no soy tu madre, Samu. No soy quien debería estar aquí, y lo sé. Pero de alguna manera, me quedé atrapado en esta situación. Mi deseo de corregir mis errores, de hacer las cosas bien, me llevó a actuar de manera equivocada. Te fallé.
Samu parpadeó, y por primera vez desde que Lucas comenzó a hablar, algo en su interior comenzó a calmarse. Quizás no podía cambiar lo que había sucedido, pero tal vez había algo en lo que podía trabajar. El dolor no desaparecía, pero las palabras de Lucas le daban una nueva perspectiva.
—¿Y qué se supone que debes hacer ahora? —preguntó Samu, aún sintiendo el nudo en la garganta, pero queriendo entender.
Lucas suspiró y se sentó en la cama, como si estuviera a punto de tomar una decisión importante.
—Mi mayor error fue pensar que podía solucionar todo sin tener en cuenta cómo afectaría a todos. Lo que hice no fue solo un error técnico; afectó la vida de tu madre, la nuestra, la tuya. Ahora, lo único que puedo hacer es asegurarme de que, aunque yo esté en este cuerpo, no te falte nada. Quiero que tú tengas lo que necesitas, Samu. Quiero que encuentres paz, que vivas lo que sea que te hace sentir que esta situación no destruye todo lo que conoces.
Samu asintió lentamente, el dolor todavía presente, pero con una sensación vaga de comprensión.
—Entonces... ¿qué harás? —preguntó Samu con voz tensa, los brazos cruzados y una mezcla de frustración y temor en sus ojos—. ¿Vas a seguir siendo mi madre? ¿Vivir como ella hasta que encuentres una forma de regresar a tu cuerpo?
Lucas negó con la cabeza lentamente, su mirada fija en Samu, aunque sus ojos seguían reflejando aquella extraña calma que lo ponía nervioso.
—Ella ya no está, Samu. —Su voz era baja, casi un susurro, pero cargada de peso—. La máquina puede replicar la conciencia de alguien, proyectarla en otro cuerpo, pero… cuando intenté traer a tu madre, simplemente desapareció. No hubo nada que salvar.
Las palabras se hundieron como piedras en el pecho de Samu. Quiso gritar, golpear algo, pero solo logró apretar los puños hasta que sus uñas se clavaron en su piel.
—¿Y ahora quieres compensarme? ¿Cómo se supone que vas a hacer eso? —espetó, su voz quebrándose un poco.
Lucas se acercó un paso, con las manos extendidas en un gesto de conciliación.
—No puedo devolver a tu madre, pero sí puedo ofrecerte algo que nunca pensaste experimentar. Una forma de entender lo que hice, por qué lo hice, y quizá, solo quizá, comprender mi perspectiva.
—¿Tu perspectiva? —Samu soltó una carcajada amarga, con los ojos ardiendo por la furia contenida—. ¿Qué se supone que significa eso? ¿Clonar mi mente en el cuerpo de mi madre como hiciste tú? ¡No, gracias!
—No. —Lucas sacudió la cabeza y sonrió con un toque de ironía—. Algo mejor. Algo que alguien de tu edad podría encontrar… revelador.
Samu frunció el ceño. Cada palabra de Lucas lo desconcertaba más.
—¿De qué estás hablando ahora?
—Un día en el cuerpo de Minerva, tu vecina de enfrente —dijo Lucas, su tono casi casual, como si fuera la idea más razonable del mundo—. Un solo día en su piel, viendo el mundo con sus ojos. Entonces entenderías, incluso si es solo una fracción, el éxtasis y la tormenta que pasé cuando crucé esa frontera.
Samu se quedó helado. La propuesta era tan absurda que tardó unos segundos en procesarla. Cuando por fin pudo reaccionar, su respuesta salió en un grito, cargado de incredulidad y rechazo.
—¡¿Un día en el cuerpo de Minerva?! ¿Estás loco? ¿Cómo puedes siquiera sugerir algo así? ¡Eso no va a solucionar nada!
Lucas no se inmutó. Permaneció sereno, como si ya hubiera anticipado la reacción de Samu.
—No espero que lo entiendas ahora —dijo suavemente—. Pero si lo intentas, aunque sea por un momento, podrías descubrir cosas que ni siquiera sabes de ti mismo. O de ella.
—No necesito entender nada —respondió Samu, su voz bajando, pero aún cargada de enojo—. Lo único que quiero es que las cosas vuelvan a la normalidad. Que mi madre regrese. Que tú... tú desaparezcas de su cuerpo.
El silencio que siguió fue como un abismo entre ambos, lleno de todo lo que no podían decirse. Lucas suspiró profundamente, como si el peso de sus decisiones lo estuviera aplastando.
—La normalidad se fue con ella, Samu —dijo al fin—. Y no va a regresar. Pero la decisión es tuya. Un día, solo un día, para que veas el mundo desde otro lugar. Eso es lo que te ofrezco.
Samu no respondió. Solo se quedó allí, sintiendo el peso del aire entre ellos, mientras la absurda propuesta de Lucas le hacía tambalear el suelo bajo sus pies, no podía negar que la idea le atraía a pesar del asco, la situación le excitaba.
Samu apenas tuvo tiempo de procesar las palabras de Lucas antes de que el caos se desatara.
—Mira, no voy a esperar tu permiso —dijo Lucas con un tono casi despreocupado, como si estuviera proponiendo un juego inocente—. Te voy a clonar ahora en el cuerpo de Minerva. No te preocupes, tu cuerpo actual seguirá aquí, intacto, sin cambios. Pero el clon, el que estará en el cuerpo de Minerva, lo sentirá todo. Así que vive su vida hasta mañana.
—¡No! ¡Lucas, no puedes hacer esto! —gritó Samu, dando un paso hacia él con las manos alzadas para detenerlo.
—Si no te agrada, simplemente finge ser ella, hasta mañana y en la tarde vienes y sacare tu clon de su cuerpo, he intentare recuperar a tu madre, pero por lo mientras, Vive su vida, siéntela, sé ella, y no digas nada ni tengas comunicación contigo mismo hasta mañana. —Lucas esbozó una sonrisa torcida—. Te prometo que será lo más intenso, lo más divertido que hayas sentido nunca. Y cuando lo pruebes... después de la primera vez, solo querrás más.
Samu sintió que el pánico lo envolvía cuando Lucas agarró la máquina y comenzó a presionar botones con rapidez.
—¡No, detente! ¡Esto es una locura! —gritó Samu, lanzándose hacia él para arrebatarle el dispositivo.
Pero Lucas lo esquivó con agilidad, su expresión ahora completamente seria.
—Finge ser ella —fue todo lo que dijo antes de apretar el botón final.
Lo siguiente que Samu sintió fue un tirón extraño, como si alguien estuviera arrancándolo de su propio cuerpo. Su visión se nubló por un momento, y cuando volvió en sí, se tambaleaba en un lugar completamente desconocido.
Ya no estaba en su habitación.
Frente a él había una cocina que reconoció vagamente: el hogar de Minerva. El cuerpo que sentía no era suyo. Sus manos, más delgadas, su cabello cayendo sobre los hombros, todo se sentía ajeno. Al mirar hacia abajo, su ropa era distinta, y el reflejo en un espejo cercano le devolvió la mirada de Minerva.
Samu jadeó, atónito, mientras el miedo y la confusión lo consumían. ¿Qué había hecho Lucas?
Ha Vuelto!!!! Spiderman Regreso
ResponderEliminarNunca me fui, entre la escuela y el trabajo no hay tiempo de nada.
EliminarTe sabes la de poner imágenes?
ResponderEliminarTranquilo ya vendrán en la siguiente parte
EliminarPrefiero las historias con imágenes, pero el argumento es excelente, tengo ganas de saber cómo sigue la historia.
ResponderEliminarMuchas gracias, realmente no sentí que hubiera espacio para un para imágenes pero lo tomaré en cuenta.
EliminarDIOS MIO!! Es la mejor historia de body swap!!!te aconsejo poner imágenes, si necesitas ayuda con las imágenes, estaré encantada de ayudar.
ResponderEliminarTe paso mi correo: eljarochin1799@gmail.com
EliminarHola, qué bueno que te gusto, espero poder seguir así, te mando mensajito estos días.
EliminarMuy buena historia , con unas imagenes estaria mejor
ResponderEliminarHola.que bueno que te agrado, veo que todos me dicen los mismo, peor es que ni sentí que fueran necesarias, no me enfoque en el entorno así que no vi necesario el poner ese tipo de imágenes, además de que la diversión con los cuerpos aún no comienza, las imágenes ya vendrán después.
Eliminarhttps://chat.whatsapp.com/Jqdnl7rG5st1f9HW6gLX7d
ResponderEliminarEs para un grupo de WhatsApp tg